A las nueve horas y treinta minutos la caravana de coches del alevín del Real Jaén partía hacia Granada para tratar de finiquitar y hacer buena la renta obtenida en el partido de ida.
Salíamos con destino fijo pero sin conocimiento del mismo. En el viaje localizábamos el campo Federico García Lorca. Coquetas instalaciones, dotadas de un campo impresionante de fútbol 11 pero de dimensiones reducidísimas el correspondiente a fútbol 7, quizás similar o más pequeño que el Triunfo.
De salida comparecían Carlos, Francis, Moisés, Alberto, Antoñín, Manu y Javier López. Posteriormente se irían incorporando paulatinamente Antonio Manuel, Alvaro, Jairo y Javier Armenteros.
A pesar del resultado final es absolutamente lamentable que se permita jugar unos octavos de final del campeonato de Andalucía en un campo que no cumple con las dimensiones reglamentarias y que, al menos en la primera parte, determina que se juegue a un deporte híbrido entre el fútbol y el fútbol sala.
A pesar de nuestra falta de costumbre, salimos enchufados y rápidamente cobrábamos ventaja por mediación de una perfecta definición de Javier López – buen fin de semana el suyo -. Tras el gol el “flamenco” del árbitro se empezaba a convertir en el protagonista del partido con tres decisiones claramente contrarias a nuestros intereses. Nos anulaba, de manera incomprensible, dos goles, por presunto fuera de juego existente sólo en su sombría imaginación. Francis y López eran los autores de dos goles como dos soles.
Al margen de comerse esos dos goles mostraba una incomprensible tarjeta a Manu con una actitud chulesca y provocadora ante niños de once años. La chulería o su propia ignorancia le impide tener tiempo para leer la normativa que regula el fútbol 7. La regla XII regula las infracciones y sanciones. Basta con leer la misma para poder comprobar la barbaridad del trencilla de turno: En este enlace podéis ver su ignorancia
http://www.rfef.es/FCKeditor/UserFiles/File/normativas/FUTBOL%207.pdf. Lógicamente es valiente con niños de once años, pero después no recoge en acta esa tarjeta cuando al final del partido consulta y se da cuenta de la torpeza cometida.
Volvamos al partido y dejemos al torpe (dícese de aquel que ejercita su profesión con el desconocimiento más profundo de las más elementales normas de la misma)Alvaro pudo hacer el segundo. Ellos lanzaban al palo y en el saque de puerta Moisés la ponía, por aquello de las reducidas dimensiones del campo, en el área chica “gigante” Jairo con la testa habilitaba a Antonio Manuel quién en boca de gol hacía el segundo.
El árbitro nos sacó del partido. Señalaba una falta inexistente y el Ciudad hacía el primer tanto. Una nueva falta en contra nuestra significaba el empate. En cinco minutos perdíamos nuestra ventaja, en un partido feo, bronco y carente de juego por mor del campo de David el Gnomo. A pesar de ello Javier López pudo darnos ventaja en el marcador al encontrarse su cabezazo con el poste.
Nos íbamos al descanso. La eliminatoria sentenciada pero el partido estaba en el aire. El mister ordenaba un cambio de sistema del tradicional 3-2-1, pasábamos al otrora fijo 2-3-1. Desconozco las consignas de Tete en el vestuario pero lo cierto es que en la segunda mitad borrábamos al Ciudad del campo. Es difícil jugar o trenzar jugadas en ese diminuto campo, pero en la segunda parte lo hemos conseguido por momentos.
Antoñín se ha empeñado este fin de semana en anotar goles de calidad. El tercero de los nuestros, idéntico al que anotaba el viernes, es de manual: control de balón, levanta la cabeza y a la base del poste. Ese gol era el epítome del arrebato de los nuestros. Un protagonista inusual de cara al gol se iba a unir a la fiesta. Alberto anotaba, en cuestión de tres minutos, dos goles consecutivos de gran disparo a balón parado. El partido era nuestro: Dos a Cinco. Los defensas dominaban a sus pares, el centro del campo tocaba con fluidez y los puntas iban a sacar su demoledora definición. Al margen de ello los porteros paraban todo lo parable. Primero Carlos y después Antonio sacaban su calidad a relucir.
Tres goles más íbamos a anotar. Ni el Sr. Colegiado podía ya con los nuestros. Tete retiraba a Manu por miedo a una segunda tarjeta. Antoñín que recogía su testigo en el centro, adelantando su posición, asistía a la bala. Si Cristiano es el bicho, Alvaro es la bala y con su rapidez desbordaba a los dos defensas y en el mano a mano con el portero lo batía con calidad.
Esa calidad y tenacidad eran los ingredientes de la jugada por banda de Jairo que asistía a Alvaro para que, en boca de gol, se anticipara al portero y anotara el séptimo. El octavo ha sido el fiel reflejo del último mes de competición. Lucha, solidaridad y buen juego. Antonio Manuel porfiaba con el defensa sacrificándose en ese menester, robaba el balón que salía esquinado. El turno para la lucha de Javier Armenteros, nuevamente los nuestros salían victoriosos y el “gaviolas” la ponía rica para el infante que anotaba el octavo para los blancos. El colectivo a la esquina para rendir los honores al saludo militar del pequeñín. A renglón seguido el propio Jairo rompía el balón contra el palo.
Final Dos a Ocho para los del Santo Reino. Dos a trece en el global de la eliminatoria. Un diez para todos los integrantes del equipo: Gran juego, mejor competitividad y sabia dirección. Llegamos en el mejor momento al cúlmen de la temporada.Lastima de nuestro emparejamiento quizás, con permiso del Sevilla, con el mejor equipo de Andalucía. El Málaga C.F será nuestra próxima estación de penitencia, salvo milagro en Torredonjimeno. Pero como dicen los taurinos hasta el rabo todo es toro y los partidos hay que jugarlos. No obstante vayamos paso a paso, el sábado, sin rival al día de la fecha, podemos hacer historia y ser campeones de Andalucía, espero que lo veáis y que yo lo pueda contar.
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