lunes, 20 de junio de 2011

NO PUDO SER: INTERMOVISTAR 6 - REAL JAEN C.F,S.A.D 3

Extrapolando el título de una famosa novela de Gabriel García Márquez lo de ayer era la crónica de una derrota anunciada. Sabíamos que iba a ser muy difícil, sin duda el Inter es un gran equipo, pero nosotros también lo somos. Algunos cándidamente pensábamos que en estas edades no se dan situaciones de injusticia provocadas a sabiendas. Tras lo vivido ayer, obviamente hemos cambiado de criterio. No se vivió un partido jugado de igual a igual, lo que te deja una desazón y el pensamiento de sí tanto esfuerzo económico, personal, emocional había merecido la pena. Lógicamente, sin lugar a dudas, haríamos nuevamente lo mismo, simplemente por las vivencias que juntamente padres e hijos hemos compartido. Los recuerdos de Torremolinos, Granada, Cádiz, Doña Mencía o Melilla son imborrables y perdurarán en nuestra memoria. Ese es nuestro verdadero título la amistad y el compañerismo.

Ya se sabe que poderoso caballero es don dinero. Nuestros rivales de ayer no han pasado por un campeonato regional o por la fase previa. Son un club poderoso y sus técnicos se jactan de ello y por tanto decidieron "invitar" a tres combidados de piedra a su fiesta. Sin embargo, los "catetos " de Jaén (reprodución literal de un integrante del banquillo) le salieron "rana" en la primera parte y decidieron usar todas sus "armas"
para fulminar al invitado y poder celebrar su fiesta.

Platón decía que la obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo. Ayer dos árbitros hicieron un auténtico ejercicio platoniano de injusticia cínica. A los cinco minutos teníamos cinco faltas. Lastima de las dos claras marradas en el inicio de partido.  Siguiendo esa estricto criterio, pudieron señalar alguna más, pero como el equipo de casa ya se había adelantado en el marcador no lo hicieron, porqué además habíamos acusado el golpe, pero Carlos con dos magníficas intervenciones impidió que los locales cobraran más renta.  Ese criterio estricto no se aplicaba para los locales una patada de karate a Francis, involuntaria, pero directa a la cara, se quedaba sin sanción.

Los nuestros se repusieron y para asombro de los presentes, dieron la vuelta al marcador. Alvaro empataba el partido en una acción embarullada y Antonio Manuel en una contra batía al portero en la salida. Javier Armenteros tuvo el tercero obteniendo la brillante respuesta del portero local. Ejercicio de injusticia platoniano, a falta de treinta segundos, doble penalty. Carlos detenía el lanzamiento, el trencilla de turno ordenaba repetir éste, al parecer Alberto había invadido una línea imaginaria que no estaba pintada en el piso de un pabellón indigno de una final de un campeonato de España, pero no contento con ello mostraba a Alberto una absurda tarjeta amarilla, indigna de la labor formativa y no sancionadora que debe imperar en estas categorías.  Carlos volvía a detener el lanzamiento, pero en la jugada siguiente, a falta de quince segundos, el Inter conseguía el empate. Primer mazazo.

El segundo mazazo vino a los treinta segundo de la reanudación, Alberto era incomprensiblemente expulsado, en una decisión que no admite comentario alguno porqué no encuentro un término que pueda calificarlo. Lo único que se me ocurre es acudir a la cita de Pitágoras que decía que si sufres injusticia consuelate, porqué la verdadera desgracia es comenterla. La expulsión acarreaba dos minutos de sufrimiento. El tiempo pasaba lentamente y cuando restaban escasos segundos para reponer la igualdad numérica el Inter se ponía por delante. Tercer mazazo.

A pesar de todo, la competitividad es nuestra seña de identidad. Poco a poco nos rearmábamos de moral, en el entretanto Carlos nos mantenía a flote. Las tornas se invertían y los nuestros lanzaba un arreón detenido por el Inter o mejor dicho por su portero, soberbio en los tres dobles penalty. La presión ordenada desde el banco estaba dando sus frutos el Inter no movía la pelota con fluidez, pero no tuvimos suerte en los momentos precisos.  Con tres a dos en el marcador el trencilla no pitó unas manos clamorosas que debieron suponer la pena máxima y la expulsión del jugador local, con la consabida penalización de un jugador menos. En una contra el Inter haciendo gala de su exquisita calidad anotaba el cuarto. Esa injusticia arbitral se hace todavía más insufrible cuando se juega con la absurda ley de la compensación. Como se habían distanciado de dos goles, señalaron una mano mucho menos clara que la anterior. Adelantarte en una línea inexistente es tarjeta amarilla si juegas en el Jaén, una mano dentro del área no si juegas en el Inter. Ver para creer. Antonio Manuel anotaba el penalty y el propio Bolívar en un disparo que rozó en palo tuvo el empate. Carlos detenía otro doble. En el intento desesperado de lograr el empate, la contra del Inter suponía la sentencia.  Restaba un minuto, el árbitro, hizo un último favor a la causa, no decretando un doble a pesar de haberse llevado el silbato a la boca, motivando la contra y el sexto de los locales.

Ahora tenemos el sentimiento de impotencia, pero el tiempo nos dará la verdadera dimensión de lo conseguido. Nada en esta vida es causalidad, ni siquiera decidir jugar a fútbol sala en un pueblo perdido de la Costa Catalana comiendo pinchitos morunos.  Ese fue el momento decisivo que reitero nos ha permitido descubrir a Calamardo a Dora la exploradora y un sinfín de anecdotas que quedan en nuestra intimidad. Ha merecido la pena, solo un gran equipo y una injusta decisión arbitral nos ha permitido hacer el pleno de felicidad.. Gracias a todos y principalmente a los diecisésis protagonistas: Tete, Victor, Isra, Carlos, Antonio, Manu, Alberto, Moisés, Alvaro, Jairo,Antoñín, Francis, Javier López, Javier Armenteros, Antonio Manuel y Sergio. 

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