A las diez horas de la mañana, una vez recogidos los niños del Hotel, llegábamos a un impropio pabellón para disputar un Campeonato de España. Cuatro equipos y un destino el trono de mejor equipo de la categoría alevín de todo el territorio español.
El Pabellón en la zona universitaria de Alcalá de Henares. Lugar inóspito, calor sofocante y un pequeño paseo para calmar los ánimos, toda vez que los nervios se palpaban en el ambiente. Nervios y algo más, algunos buscaban un servicio desesperadamente para calmar o aliviar los excesos nocturnos.
Tras el paseo el primer contratiempo. El mister se había dejado el D.N.I. en el hotel. Si llega a ser un niño lo mata. Buen presagio pero los corazones no dan más de sí. Su suegro casi anula la boda. Pero al final las aguas volvieron a su cauce. Lo dicho buen presagio, siempre que nos dejamos algo olvidado (En eso Alberto es especialista) el resultado es satisfactorio.
En fin me perdí el calentamiento. Antonio y Manuel Merchán me ponían los h.... de corbata. Son muy buenos me decían. Pero nos nuestros también aunque no seamos un equipo de Fútbol Sala, pero los bioritmos competitivos son un gen de casta y orgullo que sólo poseen los trece magnifícos.
De salida Tete disponía a Carlos en portería, Alberto de cierre, Antonio Manuel y Antoñín en las alas y Jairo en el pivote. Salimos muy enchufados. Pero también muy nerviosos. No acertábamos con la portería rival, pero también el cancerbero juega y el del Marfil era muy bueno, cuando no nos encontrábamos con sus certeras paradas lo hacíamos con el poste a tiro del infante. Rotaciones ordenaba el mister. El fútbol no era justo con los nuestros, en la primera oportunidad clara el Santa Coloma acertaba con nuestra portería merced a un disparo cruzado ante el que Carletes nada pudo hacer. Carlos se lucía en dos ocasiones y el fútbol nos equipara en equidad. Quizás en la única jugada de fútbol sala de todo el partido Alvaro daba una precisa asistencia a Javier Armenteros que, de primera, alojaba el balón en las redes. Empate a uno y espadas en todo lo alto. Tras el tanto compas de espera y las espadas en todo lo alto en espera de la segunda y batalla final.
En la segunda parte los nuestros demostraron esa casta que os indicaba y, literalmente, borraron a todo un equipo de División de Honor. Los catalanes no se lo creían. Acostumbrados, según decían algún aficionado, a rematar a sus rivales en las segundas partes, en esta ocasión han probado de su propia medicina. Para un equipo "que sólo defiende bien y nada tienen" la superioridad ha sido manifiesta. Esa minusvaloración le ha pasado factura.
En la segunda parte, dos cambios respecto al quinteto inicial Francis y Alvaro ocupaban los lugares de Antonio Manuel y Jairo. Lo dicho salimos enchufados, pudimos anotar, por partida doble. Pero lo hicimos en la jugada que menos lo preveíamos y con el protagonista menos habitual en estas lides. Alberto nos daba ventaja y nos acercaba a la final merced a un disparo desde a frontal que para mí dió en todos los jugadores del equipo rival. El sueño estaba más cerca y los corazones más débiles. Restaba todo un mundo más de díez minutos.
La competitividad es clave en este tipo de partidos. Nosotros hemos jugado muchos y supimos administrar nuestra renta. Carlos daba solvencia y seguridad. El tercero me pareció eterno. Jugada trenzada, el balón llega a la banda donde Antonio Manuel se encontraba escorado el balón parado, el golpeo me ha parecido con la puntera, pero da igual, aún cuando hubiera sido con la nuca, el balón fue, como mandan los canones, al palo contrario y abajo haciendo inutil la estirada del buen portero local.
Con tres a uno. El Marfil se la jugaba y Alvaro los remataba al hacer el cuarto con un suspense típico de esos trillers. Contra típica de los nuestros, Antoñín, por verdadero milagro, no anotaba y el rechace, entre una maraña de piernas, lo recogía Alvaro para ampliar la renta. Restaban cuatro minutos, los catalanes con portero jugador. Esta suerte nos fue esquiva contra el Pozo, pero ahora ya estaba trabajada. En lugar de servir para recortar ventaja el efecto ha sido el contrario, hemos anotado un quinto gol, pero hemos podido hacer, algún que otro más. Un robo lo recogía Manu conducía con prestancia y buscaba el momento de ejecutar al Marfil, elegía acertadamente para meternos en la gran final. Esa misma jugada pudo suponer el sexto si Javier hubiera llegado con la puntita a la asistencia del propio Manu.
Al final la apoteosis, el extasís, el orgasmo futbolístico, felicidad a raudales y algún que otro llanto en las gradas. El tiempo ha pasado, dudábamos del fútbol sala y su compatibilidad con el fútbol siete. Yo sinceramente no lo se, pero la alegría de hoy compensa por mil y la decisión nada más por vivir lo que estamos viviendo es más que acertada.
Pero no se vayan todavía, manaña más y ahora me voy a tomar cervezas y a celebrarlo
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