El pasado viernes jugábamos la vuelta de los octavos de final del Campeonato de Andalucía de Fútbol Sala, donde partíamos con el magnífico resultado obtenido en tierras de la Costa del Sol. De inicio Tete disponía un equipo formado por Carlos en portería, Alberto de cierre, con Francis y Jairo en las alas y Alvaro de pivot. Describir los cambios es imposible, toda vez que, a los seis minutos, estaban en el campo un cuarteto totalmente diferente formado por Moisés, Manu, Antoñín y Javier Armenteros, no siendo de la partida ni Antonio Manuel ni Javier López.
El Torremolinos salía más enchufado que en la ida. En los tres primeros minutos tocaban con mayor fluidez que en todo el partido de ida. Tan es así que obligaron a Carlos a realizar una gran intervención tras botar una falta decretada. Sin embargo esos dos minutos fueron un espejismo, siendo el tiempo que tardaron los nuestros en despertar y empezar a exhibir un gran juego de conjunto, donde el pero, una vez más, estuvo en la falta de definición.
La primera que tuvimos fue a dentro. Sin duda la más difícil. Se conjugaron dos factores, la fe - ya se sabe que mueve montañas - de Francis y la calidad de Jairo. El infante realizaba una espectacular vaselina que celebrara cual general Mc. Arthur. El gol supuso un golpe de moral para los visitantes. Alvaro pudo anotar el segundo pero no acertaba a superar al portero.El menudo delantero tampoco acertaba a materializar el gol tras la asistencia de Jairo. Seguía el vendaval de los nuestros, tras corner ensayado, Manu lanzaba un zapatazo que repelía el portero y el infante, en estado de gracia, recogía el rechace y ponía el dos a cero en el marcador y en plana franquicia la eliminatoria.
No se conformaban con el marcador. Disfrutábamos de una triple ocasión no acertando ni Moisés, ni Armenteros ni Manu con la portería. Javier Armenteros lograba superar al portero, pero el defensa, en boca de gol, lograba sacar el balón. Contabilizar un tiro lejano de ellos, quienes no podían superar la seguridad defensiva de los nuestros.
El comentario en la grada era claro, tras observar como malográbamos dos nuevas ocasiones pintiparadas, jugábamos como los angeles pero de cara a puerte eramos como demonios. En partidos donde la superioridad no sea tan manifiesta tantos fallos nos pueden pasar factura. El dos a cero se amplió con un gol made in Alvaro. Luchó, porfió y se benefició del error del cancerbero visitante. La eliminatoria estaba resuelta.
La tónica de la primera parte continuó en la segunda. Nada más empezar Armenteros gozaba de una doble oportunidad. Antoñín se encontraba con una doble intervención del porterio, quién sin embargo no pudo con el oportunismo del crack, anotando el cuarto. Nosotros necesitábamos un mundo para anotar un gol. No acertábamos en sendos mano a mano con el portero. Nos sacaban una vaselina debajo de la línea de gol.
Sin embargo, ellos en un disparo lograban dos goles. El marcador reflejaba una engañoso cuadro a dos. Ver para creer. Las oportunidades se iban sucediendo. Alvaro se erigía en protagonista y no acertaba con la portería rival. Acumulaba cuatro claras ocasiones en donde se topaba con el portero rival. Fallábamos un doble penalty. Otro nuevo mano a mano se malograba por Armenteros. Afortunadamente Moisés, tras recoger un rechace del portero y Manu en esplendido doble penalty ampliaban nuestra renta hasta colocar el definitivo seis a dos a nuestro favor.
Once a tres en el global de la eliminatoria. Solvencia en el juego pero suspenso en la ejecución de las innumerables ocasiones creadas. Pero como decía el padre del mister, lo importante en el fútbol es la creación de las oportunidades, lo malo sería no gozar de éstas.
Siguiente estación de penitencia: Durcal.
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